

En abril de 1953 Watson y Francis Crick publicaron su trabajo sobre la estructura química del ADN, el material hereditario presente en todos los organismos vivos. Hoy, casi medio siglo después, dicho descubrimiento, sumado a los que vinieron posteriormente, ha producido un impacto radical en nuestras vidas.
Numerosas son las preocupaciones que surgen en el seno de nuestras sociedades. Las expresiones “ingeniería genética”, “organismos transgénicos”, “proyecto genoma humano” y “clonación” resuenan en nuestros oídos diariamente y amenazan con cambiar nuestras costumbres, nuestra calidad de vida y hasta la sociedad misma en magnitudes que aún no podemos prever por completo.
Cada día surgen nuevos descubrimientos y los medios de comunicación nos apabullan con información e imágenes que no siempre son del todo correctas. Se habla de la “revolución informática”, un impacto similar al de la revolución industrial, cabe decir que aun cuando se desconoce a ciencia cierta, el impacto que la revolución informática tendrá en las estructuras sociales, los cambios en la forma de vida son comparables a los que produjo la revolución industrial.
A través de los medios de masas, nacidos con la nueva tecnología electrónica, las imágenes audiovisuales bombardean a las nuevas generaciones. Es a través de ellas que tenemos acceso a una pseudo realidad o realidad fragmentada.
Nuestra visión del mundo, de la historia y del hombre parece estar íntimamente ligada a la imagen que imponen los medios de comunicación, sobre todo la televisión, el cine y la Internet.
En este contexto parece oportuno detenerse un momento y observar como todo en nuestra acelerada vida se va envolviendo con los procedimientos de “clonación”, duplicación o “copia”, que facilitan las tecnologías informáticas, que permite a cualquier operador tecnológico, mediante el uso de software específicos, obtener condiciones de elaborar “productos artísticos”, que son característicos de lo que hoy por hoy, se denomina en el marco de la post-modernidad, “cultura digital” o “ciber-cultura”.
La estética actual puede ser el caos, pero también implica la aparición de una nueva forma de expresar el arte, de sentir de pensar y no sólo en el sentido de copia, sino como nuevo, distinto y con límites tan insospechados e impredecibles, como los de la propia Internet.
Por esto resulta imprescindible replantearse el principal tema que nos convoca hoy en día como sociedad: “el nivel de la educación” que le estamos entregando a nuestros hijos. Como inciden los avances tecnológicos y chocan con los actuales sistemas, sobre todo tomando en cuenta que en Chile no ha habido por mas de 15 años una verdadera reforma a la ley orgánica constitucional de enseñanza, que contrasta absolutamente con los avances tanto humanistas como tecnológicas de nuestra sociedad.
El sistema educativo, una de las instituciones sociales y culturales por excelencia, se encuentra inmerso en un proceso de profundos cambios enmarcados en el conjunto de transformaciones sociales propiciadas por la innovación tecnológica y, sobre todo, por el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación. Cada época ha tenido sus propias instituciones educativas, adaptando los procesos educativos a las circunstancias.
En la actualidad, esta adaptación supone cambios en los modelos educativos, cambios en los usuarios de la formación y cambios en los escenarios donde ocurre el aprendizaje.
Aunque el énfasis de los cambios educativos, lógicamente esta puesto en el impacto que la tecnología esta produciendo en nuestras vidas, una corriente paralela y complementaria de la anterior rescata la importancia y la urgencia de la alfabetización de las emociones y la integración de las artes con las ciencias.
La experiencia muestra que para facilitar el aprendizaje y la creatividad, es fundamental el desarrollo tanto de la vida intelectual como de la emocional, porque no es suficiente contar con las maquinas más modernas y las mejores instalaciones ( aún teniendo cierta capacidad intelectual), si falta la motivación, el compromiso, y el espíritu de cooperación.
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